LA BOCA

11 de diciembre de 2007


Según Elisa Calderón, la historia de la Boca estuvo siempre ligada al Riachuelo y aunque en ese rumbo desembarcó Pedro de Mendoza, fue Garay, quien le dio propietario: Alonso de Vera y Aragón, que nunca la ocupó. Hubo que esperar que “ la porteñidad “ creciera, desalojara indios y edificara chacras, para comenzar a verla poblada. En 1810 la exportación de cueros, charqui, crin y sebo, le instaló, almacenes, saladeros y curtiembres. Así comenzó la contaminación de las aguas, que no cedió cuando en 1868 se prohibió esa actividad, porque se aseguraba su continuidad con el petróleo.

Ya en tiempos de Rosas la presencia genovesa, era notable; luego llegarían italianos de toda la península, vascos, bearneses. Finalmente: servios, montenegrinos, turcos, griegos, albaneses, búlgaros, que se fueron desplazando hacia el Dock Sur.

Hacia 1900, en los cafetines musicales del cruce de Suarez con Necochea, comenzaron a alternarse los tanguistas, que solo en La Boca, constituían sus orquestas con guitarra, armónica y clarinete. Fueron evolucionando estos grupos precursores, abriendo el camino para la llegada de los bandoneones de Spósito, Arolas, Greco; más tarde para orquestas canyengues como la de Maglio, que atraían muchachada de todo Buenos Aires, agregando tumulto al ya escandaloso escenario nocturno boquense, según nos testimonió Juan S. Tallon. Esos jóvenes llegaban a los cafés, horas antes que comenzaran las funciones, muchas veces interrumpidas por trifulcas que terminaban en hechos de sangre.

Lentamente La Boca cedió hegemonía a otras zonas de la ciudad y serena ya, generó también a un Juan de Dios Filiberto.




© Ana M. di Cesare

Resumen de artículo: Revista Universidad del Tango

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